Fiestas Populares


 

Las fiestas mayores de San Mateo tienen su origen en la feria de caballerías, ganado y productos del campo que se celebraba en Monzón el 21 septiembre, día en el que baja el telón el verano. 
Hoy, los festejos se rigen por los cánones comunes a muchas ciudades de mediana entidad: peñas, “chamizos” (locales de las pandillas de jóvenes), 
charangas, pregones, parque de atracciones, verbenas, conciertos, bailes de madrugada, folklore, revista musical, banda de música, homenaje a los mayores, ofrenda al patrón, fuegos de artificio, “pobre de mí” y cierre.
 Desde el inicio de la década de los ochenta (ya consolidada la democracia y fraguado el movimiento asociacionista de los ciudadanos), el programa del Patronato Municipal de Festejos lleva el marchamo de “sin taquillas”, es decir, verbenas y conciertos gratuitos. 
Las peñas son innumerables, y las más potentes están agrupadas en el colectivo “Monzón qué demasiao” que organiza los Bailes de

Madrugada. Por su parte, la Asociación Recreativa y Cultural “San Mateo” dispone de un impresionante local social y programa de verbenas propio. 
 El domingo anterior a la semana festiva, en la plaza Mayor son coronadas las Zagalas y Zagaletas (representantes de los barrios y los colegios) y se leen los pregones oficial y baturro, y el día de la víspera (martes) el Desfile de Carrozas recorre las principales arterias de la ciudad.




El Lunes de Pascua es día grande en Monzón. Desde el punto de vista festivo, el segundo en importancia después del 21 de septiembre, festividad de San Mateo, el patrón “popular y oficioso” de la ciudad. 
  El cerro de Lascellas, a dos kilómetros de la ciudad bajando por la carretera que lleva a Pueyo de Santa Cruz, está coronado por la ermita de la Virgen de la Alegría, y aquí confluyen miles de romeros en una jornada en la que se dan la mano sentimientos religiosos y ánimos de diversión.
   Antaño, los romeros caminaban u ocupaban plaza en carros engalanados (siempre bien provistos de vino y viandas). Luego, los tractores relevaron a las caballerías; y en la actualidad, los automóviles han desplazado a cualquier otro medio de locomoción. 
  Las horas festivas y de comida campestre se han visto notablemente recortadas por la prohibición de hacer fuego al aire libre (las parrillas llenas de costillas y longaniza han desaparecido porque lo han hecho las hogueras). Así, la romería es matinal para la mayor parte de la población, y vespertina para los enfermos y quienes no desean el bullicio de las charangas y las botas de vino.
En la capilla de la ermita se celebran tres misas (a las nueve, a las doce y a las seis de la tarde), y la tradición impone pasar por el camarín de la Virgen para besar su manto. 
Fuera, los peñistas reparten roscón de Monzón y vino, un grupo folklórico canta y baila, y los montisonenses residentes en ciudades alejadas no paran de saludar a viejos amigos. 
Cualquiera con orígenes en el lugar, a nada que puede, hace hueco para estar el Lunes de Pascua en Monzón y subir a la ermita. Arriba, unos dan muestra de su devoción y otros se entregan al esparcimiento. 
Y juntos están.


El calendario religioso dedica el 4 de diciembre a Santa Bárbara, patrona de Monzón por los motivos apuntados en el párrafo dedicado al Bautizo del Alcalde. La fiesta, sin embargo, pasa hoy prácticamente desapercibida a efectos laborales y de programación de verbenas porque estos aspectos son monopolio de San Mateo. 
  Así, los nuevos tiempos han configurado un guión vespertino que aglutina tres actos bien dispares: el Bautizo del Alcalde, el encendido oficial de la luminaria navideña por las autoridades (fruto de la colaboración del Ayuntamiento y la Asociación de Comercio) y la inauguración del Belén Monumental de Monzón y el Cinca Medio de la Asociación Belenista “Isaac Lumbierres” (montaje que se puede visitar hasta el Día de Reyes, y que tiene gran eco social y mediático por sus dimensiones, la riqueza del decorado y la variedad de figuras; en el apartado “Cultura” hay más información).
A las nueve de la noche, Monzón despide a Santa Bárbara con fuegos artificiales y el “Toro de Fuego”, tradición esta última en la que no peligra la vida de ningún astado: una persona empuja un armatoste de madera que emula a un toro y va cargado de elementos pirotécnicos, y los más atrevidos lo citan y corretean a su lado. 
Y no hay más.


 A la tradición montisonense más singular se la conoce como “El Bautizo del Alcalde”. Se reedita cada año el 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara, patrona de la ciudad, y consiste en el lanzamiento de castañas y golosinas desde los balcones del Ayuntamiento a la muchedumbre congregada en la plaza Mayor. Hasta bien adelantado el siglo XX también caía alguna peseta. Los encargados de lanzar los regalos son los concejales, las Zagalas y Zagaletas, algunos invitados...
El 4 de diciembre de 1643, las tropas castellanas reconquistaron el castillo de Monzón que estaba en poder del ejército francés desde el 19 de mayo de 1642 (Guerra de Secesión), y por este motivo Santa Bárbara es patrona de la ciudad. Hasta aquí, la historia. A renglón seguido, la leyenda cuenta que la población decidió nombrar alcalde, y que la mayoría se pronunció a favor de un hombre recto, cabal... y mozárabe. La confesión religiosa del electo era un inconveniente, y el conflicto se solucionó cuando aceptó la conversión al cristianismo. Fue bautizado y la ciudad estalló en una fiesta, y desde los balcones del Ayuntamiento cayeron castañas y dulces...
Y así hasta hoy.